11 de agosto de 2006

Bienvenidos a mi libertad

FOTOS: a) una discoteca del casco antiguo de Santiago; b) el videoclip de Shakira
'Hips don't lie' suena en el portátil, en la habitación del Hotel San Carlos.
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BIENVENIDOS A MI LIBERTAD
. Se halla conmigo en Santiago de Compostela. Son las dos de la mañana. Acabo de meterle al portátil la música del CD de Gran Velvet que nos transporta a otra dimensión. Soy extrañamente feliz. Estoy, obviamente, borracho. Me miro al espejo que hay justo delante de mí mientras tecleo con frenesí estas palabras. Me siento excitado. Vitalmente excitado. La música suena. Dios, ¿qué es esto?

He estado hablando sobre mi amante: el periodismo. Con un perro viejo de la profesión. Un periodista de los que llaman “de raza”. Sus planteamientos son antiguos: es de Valladolid. Pero me estoy enamorando. Cada día más. Del periodismo. De salir a la calle. De hablar con viejas de aldeas gallegas perdidas en el monte. De tomar copas y charlar con las mujeres francesas. El sexo siempre está presente. Sobre todo en el periodismo, que en esencia es una profesión solitaria.

Get love! Si lo dice la canción debe de ser cierto. La sensación de libertad es excesiva. Morgar! La libertad, que se nos escapa, que me inunda, que me hace inmortal! Voy a darme un baño (con espuma) mientras bebo alguna de las botellitas que hay en la nevera de la habitación del hotel. Quizá un poco más de vodka.

Esta noche me he sentido auténtico. Hacía tiempo que no me ocurría. Para eso no se necesita a las mujeres, ni a las rubias con gafas de sol que presumiblemente te entienden. Se trata del periodismo. Es casi una fe. No os preocupéis, no estoy muy borracho. Hoy he escrito una crónica desde aldeas perdidas de A Coruña. Ha salido bien. Mañana habrá más. Hay que luchar siempre, preguntar siempre.

No sé si todo ocurre por casualidad. ¿Y esta excitación, de dónde viene? Apenas he visto mujeres francesas. Los desengaños quedan atrás. La fuerza queda reforzada por mi nueva camiseta de Jack & Jones, de la que también me he enamorado. Es de color negro, y en letras mayúsculas blancas está escrito “Utile et dulce” sobre un aguilucho majestuoso. Nada que ver con el franquismo: esto es algo heroico.

Suena Star Sailor: Four to the floor. Es un momento irrepetible.

 
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