29 de julio de 2007

crónica andalusí

(en breve, el relato completo del viaje a Andalucía)

Arco de herradura en la fachada exterior de la mezquita de Córdoba. / J. G. B.

Lee ahora la introducción...

El cuaderno negro que acarician mis manos no es sólo la base manuscrita de esta crónica andalusí, sino su misma razón de ser. Dice la orgullosa publicidad de estas libretas de notas, las Moleskine, que antaño fueron utilizadas por personajes ilustres como Van Gogh, Picasso o Hemingway. La que ahora yo ojeo con una mezcla de desenfado y vergüenza –de mi puño salen grafías casi ininteligibles– debiera estar en manos de un genio de lo por venir: mi buen amigo Morgar. Tal era el destino de este humilde cuaderno, que costó poco menos de diez euros en una papelería del centro de Badalona: recorrer miles de kilómetros hasta las nalgas de Asia para que el poeta pratense reflejara, con su buen hacer, las gestas y las tropelías de la República a su paso por el río Mekong. Garmor se encargaría después de pregonar el saco de Thai cual rapsoda helénico.

Pero el cuaderno, enfundado aún en su plástico transparente, nunca llegó al continente más poblado de la tierra. Presa de una amarga desdicha, Garmor lo miró atentamente. Se dio cuenta entonces de que tenía una cita con la historia, y una deuda literaria con Morgar. Y se llevó la libreta consigo, como única y pendenciera acompañante de un apasionante viaje por Andalucía.

... y próximamente, el primer capítulo: Sevilla.

 
Free counter and web stats