Fragmento de 'ÉBANO', de Ryszard Kapuscinski
El europeo y el africano tienen un sentido del tiempo completamente diferente; lo perciben de maneras dispares y sus actitudes también son distintas. Los europeos están convencidos de que el tiempo funciona independientemente del hombre, de que su existencia es objetiva, en cierto modo exterior, que se halla fuera de nosotros y que sus parámetros son medibles y lineales. Según Newton, el tiempo es absoluto: "Absoluto, real y matemático, el tiempo transcurre por sí mismo y, gracias a su naturaleza, transcurre uniforme; y no en función de alguna cosa exteroir". El europeo se siente como su siervo, depende de él, es su súbdito. Para existir y funcionar, tiene que observar todas sus férreas e inexorables leyes, sus encorsetados principios y reglas. Tiene que respetar plazos, fechas, días y horas. Se muueve dentro de los engranajes del tiempo; no puede existir fuera de ellos. Y ellos le imponen su rigor, sus normas y exigencias. Entre el hombre y el tiempo se produce un conflicto insalvable, conflicto que siempre acaba con la derrota del hombre: el tiempo lo aniquila.
El tiempo aparece como consecuencia de nuestros actos y desaparece si lo ignoramos o dejamos de importunarlo. Es una materia que bajo nuestra influencia siempre puede resucitar, pero que se sumirá en un estado de hibernación, e incluso en la nada, si no le prestamos nuestra energía. El tiempo es una realidad pasiva y, sobre todo, dependiente del hombre.
Todo lo contrario de la manera de pensar europea.
Traducido a la práctica, eso significa que si vamos a una aldea donde por la tarde debía celebrarse una reunión y allí no hay nadie, no tiene sentido la pregunta: "¿Cuándo se celebrará la reunión?" La respuesta se conoce de antemano: "Cuando acuda la gente".
2 comentarios:
Mira, este libro lo leí en italiano (así que seguramente se me escapó algo..). En un mundo sin tiempo me impacientaría, aunque sería de agradecer menos rigidez de horario. Por ejemplo, que cuando se queda a las 9 de la noche, se entienda que quedas entre las 9 y las 9.15, así, al menos, nunca llegaría tarde…
Me estoy leyendo ese libro, y si hay algo que me guste, es ese fragmento del tiempo, que sin duda es verdad.
He estado este verano en Senegal y en Mali, y al volver he notado lo del tiempo muchísimo, hasta el punto de obsesionarme y querer romper todos los relojes de mi casa.
Muy buen blog.
enorabuena!
Publicar un comentario