7 de diciembre de 2007

Reconstrucción onírica

Sueño con una mujer de ojos inmensos que me coge de la mano y me indica con sus dedos largos y finos el camino hacia la grandeza. Yo, naturalmente, la sigo. Me dice que sólo he de cruzar la puerta y me besa. Es una mujer inteligente y segura de sí. Despierto y ya no está: me ha dejado solo en el umbral de la realidad. Me asusto porque, aunque recuerdo su rostro, no consigo descifrarlo, verlo como lo veía en el otro mundo. Éstas son las conclusiones de un informe elaborado por un equipo de investigadores que, en las últimas semanas, se ha esforzado por reconstruir la sensualidad de aquella mujer única y perdida a través de ejemplares reales.


Una pizca de Antigüedad. El porte y la elegancia sin par de la mujer clásica, lentamente pensada y moldeada por los hombres antiguos. Es, también, la aristócrata romana de los buenos tiempos.

La aportación de Sandro. La misteriosa sobriedad y la contundencia en los ángulos (nariz, boca y pómulos prominentes) de las bellezas más naturales que ha dado la pintura: las de Botticelli.

El referente contemporáneo. La sonrisa inocente, la mirada de niña traviesa y la expresividad de una Julia Roberts: cualquier tonto se enamoraría de un rostro cinematográfico que contagia ilusión.

1 comentario:

Amanda dijo...

si fuera esta mujer explotaría la parte de aristócrata romana de los buenos tiempos... el Montanelli, que me afecta ;-)

 
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