7 de enero de 2008

La gran final y el Taj Mahal

Siguiendo la línea marcada por el maestro Joan Pau Inarejos, relato aquí brevemente dos sueños que me han asaltado esta noche.

Final contra Yugoslavia. Estoy a unos metros de una pista de baloncesto de cemento. Parece la del colegio donde jugaba a este deporte. Hay mucha gente a mi alrededor. España y Yugoslavia (no Serbia) están disputando la final del Mundial. Distingo entre los jugadores al admirado Jorge Garbajosa, que se parece mucho -más aún que en la realidad- al Héctor interpretado por Eric Banna en la película Troya. Al final del tercer cuarto, el marcador es de escándalo: 56-5 a favor de la roja. De repente, me encuentro sentado en el banquillo de la selección. La victoria está asegurada, y por eso el entrenador decide que salga a jugar. Yo, y otros cuatro antiguos compañeros del club de basket Pere de Tera de Badalona. Tenemos miedo a que, por culpa de nuestro juego mediocre, Yugoslavia remonte y gane. Antes de saltar a la pista, dirijo unas palabras de ánimo a mis compañeros: "¡Hay que echarle cojones, joder!". Ya en medio del juego, me entono con un triple y una canasta de dos. Acabo el partido con diez puntos, y habiendo asegurado la victoria de España.

Viviendas en el Taj Mahal. Me encuentro visitando el monumento del Taj Mahal junto a mi amigo Dani. El edificio nos parece colosal. Alguien me había advertido del deterioro de la estructura, convertida casi en un bloque de viviendas. Lo compruebo con mis propios ojos. La fachada del Taj Mahal está repleta de huecos rectangulares: son ventanas. Casi todas están cerradas con persianas de madera antiguas y medio rotas, por lo que deduzco que hay gente viviendo allí. Un indio se asoma por la ventana. Entramos en el edificio. En el hall del Taj Majal hay dos muchachos gitanos que, sentados, interpretan una pieza flamenca con su voz desgarrada. Uno de ellos toca con mucho arte una guitarra española. La guía turística nos dice que ellos representan la universalidad de la cultura romaní, y asegura que esos dos jóvenes tocan siempre allí porque el pueblo nómada de los gitanos partió, en primer lugar, de la India. Asiento con la cabeza a las explicaciones de la guía y tomo una fotografía de los gitanos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me volveràs a necesitar?

 
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