17 de abril de 2008

Rojinegro

Con un gesto veloz y decidido de sus dedos de pianista, Matilde enciende una cerilla. Una bola de fuego crece y, por un instante, se convierte en fulgor cósmico que ilumina sus ojos enormes y azules, mayestáticos. Julián Sorel se esfuerza en disfrazar su mirada para seguir siendo un león altivo y orgulloso. Embaucado por el olor de la cerilla, que le remueve sensaciones en lo más profundo de su ser y que se mezcla en el ambiente con el perfume delicioso de ella, Julián se halla al borde del precipicio del amor, y sólo su carácter firme le hace detenerse un momento para llevarse la mano a la frente y mirar al vacío.

Fragmento de, Rojo y Negro. Stendhal es un escritor.
Homenaje garmórico a la desternillante sintaxis del loco de Muerte accidental de un anarquista, ésta sí, de Darío Fo.

1 comentario:

Amanda dijo...

Me tendrás que dejar el libro, aunque parece como si ya lo hubiera leído.. cuando acabe con Indro, claro.

Bso

 
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